No somos seres aislados sino miembros activos y reactivos a los grupos a los que pertenecemos, en este sentido la familia es el grupo más importante y con mayor influencia en la mayoría de las personas.
Es el lugar donde el individuo crece, se desarrolla y vive sus principales y primeras experiencias y vínculos y es a través de ellas que se forma como persona a muchos niveles: valores, formas de sentir, de pensar, de vivir, de relacionarse.
Toda familia, dentro de su ciclo de crecimiento y de cambios, experimenta periodos de crisis que pueden ser causados por causas internas o externas a la familia y que pueden durar un corto o largo tiempo.
En las situaciones en las aparecen conflictos y que deterioran las relaciones en el interior del sistema familiar, los problemas no sólo repercuten en la persona que los sufre sino también en las personas que están a su alrededor y las relaciones que se generan entre ellos.
La familia tiene una estructura profundamente compleja en la que convergen diferentes aspectos como son: su estructura jerárquica, el reparto de funciones, la organización de su propio sistema de valores, la transmisión de la autoridad, las leyes que la gobiernan, o las coaliciones que se generan, siendo todo ello procesos fundamentales a tener en cuenta en los vínculos.